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Lucas Alonso Escritor

sábado, 27 de enero de 2018

Cuento del sábado: Frutos extraterrestres

Frutos extraterrestres







Su amigo de Sol también estaba ahí casi estático como él. Observaban una plantación de árboles frutales que crecían frente a sus narices. Estos eran altos de tronco liso y oscuro. En largas hileras cada, veinte metros, se erguían majestuosos ante la presencia de los visitantes. Al igual que los fuertes y duros pastos que crecían en el páramo, sus hojas eran de color verde claro casi fosforescentes y sin poder creer todavía el destino que tenían ante tal hallazgo, el nuevo descubrimiento hizo que los dos se quedaran absortos ante el paisaje. Porque mientras miraban embelesados los grandes frutos redondos y amarillos medio apocados casi dorados, que crecían bajo las altas ramas. Nunca imaginaron que a solo una centena de metros de su antiguo camino podían existir plantaciones tan bastas.
    Saliendo de la alucinación que el nuevo paisaje le provocaba, y luego de una corta carcajada, Ulises dijo: 
      —No espero que me des la razón, porque sabes que nunca me intereso tenerla. Bastaría con que me hagas pie para ver si alcanzamos. 
        Indicó uno de los frutos más bajos que colgaban a unos tres metros del suelo. Boros lo ayudo hasta que de un fuerte manotazo Ulises tiró el pesado fruto sobre los pastos.
    De cáscara dura y gruesa y por la falta de herramientas no fue fácil la tarea de abrirlos. A fuertes golpes contra el oscuro tronco lograron romperlo para que, de su centro, saliera un líquido transparente y no muy espeso. Ulises se apresuró a beber, el saetiano cuando prefirió no probar. Adujo que no tenía apetito y se fue en busca de algún fruto caído que entre tantos árboles estaba seguro que enseguida encontraría.


Este extracto pertenece a la novela ''La Máquina de la Vida"