google-site-verification: googleaa5bbe674fd3abf9.html

Lucas Alonso Escritor

sábado, 23 de diciembre de 2017

Viñeta del sábado: Los frutos del árbol

Los frutos del árbol









Boros se detuvo a observar el primer árbol y con cara de no tener respuestas volvió a levantar los hombros.
    Los pequeños árboles eran de tronco blanco y hojas amarillas, estos, no superaban la centena y seguidos por los niños de sorprendentes ojos, continuaron hasta la siguiente loma.
    Cuando comenzaron a subir, sin intención de soltárselas, los pequeños los tomaron de las manos y los empujaron hacía atrás. Indicaban los pequeños árboles. Decidieron regresar a las plantas.
    Cuando llegaron al primer árbol, los niños les indicaron unos frutos anaranjados.
    Los dos se sentaron debajo de la copa de un árbol y empezaron a comer los frutos. Pero los otros no se creyeron en la obligación de quedarse a ver si los visitantes continuaban con lo que se les había encomendado y con cada manchado, jugando, se alejaron hasta desaparecer en la loma siguiente.
    Los frutos eran dulces de consistencia mantecosa,  sabrosos y hasta que creyeron no poder más, los dos acusaban buen apetito, comieron hasta el hastió. Sin poder tragar otro bocado, Ulises le ofreció a uno de los niños que rezagado, se había quedo a observarlos, pero este por alguna razón, se negó a tomarlo. Ulises se apresuró a saludarlo mientras se alejaba:
    —¿Por qué no habrán querido?
    —Tal vez ya habían comido.
    Ulises no se conformó con la respuesta de su amigo y con la idea de que guardaba algo, añadió:
    —Vamos Boros, nos trajeron hasta este lugar para probar estos frutos y se negaron a probarlos como si los tuvieran prohibidos.
    Boros lo miro, luego miro la loma y comenzó a sonreír:
    —Desde ese punto de vista, puede que así sea. Pero no sé si será por estos frutos, o por el lugar, creo no tener muchas ganas de pensar en eso —y para sorpresa del otro, insinuó—: Solo deja que las cosas sucedan.
    La luz del lugar jugaba con las hojas amarillas, una suave brisa haciendo olas con los pastos pasó frente a ellos y Ulises entonces pensó que no sabía si era por el lugar o por los frutos, como su compañero dijera, pero cierto era que una extraña sensación lo estaba reteniendo.



 Este extracto pertenece a la novela: La Máquina de la Vida