Conocimiento Sufí
I
Hace cerca de mil años, un
poeta sufí decía del sufismo que era un sabor. Porque consideraba que su objeto
y su fin eran la sabiduría de verdades trascendentes. Más comparable con las
experiencias de los sentidos que con el conocimiento que procede de la mente.
El sufismo es un puente entre Oriente y Occidente. Un camino,
una manera de buscar y un arte.
"Buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá."
El sufismo ha tenido nexos directos con la creación poética:
es el movimiento del poeta hacia lo desconocido y lo indecible. El deseo de
elevar el espíritu por encima de sí mismo y emigrar del mundo sensible al
imaginario. Por ejemplo para Ibn Arabi, la existencia es imaginación dentro de
la imaginación.
II
Mientras más nos adentramos en esta ciencia del espíritu,
vemos que el desarrollo espiritual sufí, requiere que el aspirante pase por
siete fases de preparación. Estas fases se conocen con el término nafs (alimento)
y son las siguientes:
1. El nafs depravado
y dominante.
2. El nafs acusador.
3. El nafs inspirado.
4. El nafs sereno.
5. El nafs realizado.
6. El nafs que realiza.
7. El nafs purificado y completo.
2. El nafs acusador.
3. El nafs inspirado.
4. El nafs sereno.
5. El nafs realizado.
6. El nafs que realiza.
7. El nafs purificado y completo.
"No hay más realidad que la realidad",
afirma este arte sagrado en su doctrina de geométrica simpleza. Todas las cosas
formadas por las fuerzas del universo tienen una forma, un contenido divino y
perplejidad metafísica.
Agotar la realidad, darle un
ritmo -aquí y ahora- a esta geometría divina, es la propuesta de estos místicos
heterodoxos (de raíces platónicas - neoplatónicas-, gnósticas y zoroastrianas),
de allí que se defina al sufí como el hijo del tiempo presente y el hijo del
instante.
III
Percibir dimensiones de profundidad y
elevación. Tener un despertar vertical de la conciencia a una nueva realidad es
el objetivo analógico del sufismo y también de la poesía.
El
sufismo, como la poesía, trasciende las cadenas de la religión hacia una esencial
forma de contemplación: mística, salvaje y más allá de cualquier ideología.
El asombro ante la
contemplación de la realidad lleva al poeta a divinizarla, a volverla sagrada.
El poeta sufí no pretende tan sólo utilizar el lenguaje sino fundirse en
comunión con él.
IV
Podemos decir que el sentido final del
sufismo es la santidad unida a la originalidad inseparable de la unidad. La
santidad del poeta es su estilo.
Transforma tu cuerpo entero
en visión, hazte mirada.
en visión, hazte mirada.
Rûmi
A semejanza del taoísmo y del zen, el sufí establece una
relación tácita entre revelación mística e inspiración poética y también provee la metafísica necesaria para su
comprensión.
Las palabras son el vehículo para el íntimo deslumbramiento y
el silencio es su oración. "En verdad, somos Dios, y a Él
regresamos", afirma el versículo de "la sabiduría del retorno".
Este viaje hacia el interior divino ha sido encontrado por estos místicos a
través de dos vías de ascesis: la meditación y la poesía (ojos de la
imaginación).
Quien no ve la mano que realiza la escritura,
supone que el resultado procede del movimiento de la pluma.
supone que el resultado procede del movimiento de la pluma.
Rûmi
Para el sufí, el corazón es el centro y comprende todas sus
prolongaciones verticales. El corazón es el istmo-emblema que separa los dos
mares que simbolizan cielo y tierra, espíritu y cuerpo: "El perfume y las
mujeres se me han hecho queridos y el frescor ha venido a mis ojos en la
oración".
La mística erótica también tiene cabida en este arte
hierático:
Su Torá es la tabla de sus piernas en su esplendor,
que yo sigo y estudio como si fuera Moisés.
que yo sigo y estudio como si fuera Moisés.
Ibn al Farid
V
Tariqa es el método de vida que, por medio de una plenitud
sexual, conduce a la luz imperecedera. Según la ciencia Sufí, el sexo lleva a
cabo esa reconciliación milagrosa: carne-espíritu, entraña-luz.
No sólo el amor divino y abstracto, también el amor al
cuerpo, más allá de la razón.
No hay bondad en un amor si la razón lo gobierna.
Ibn Arabi
La oración, el poema y el corazón son para el sufí el centro
de la conciencia. "Serena tu espíritu y aprende a nadar", decía Alí
al Yamal a propósito del estado de perplejidad, de quietismo, de alumbramiento
que busca el iniciado. Dicho en otros términos: libera tu mente de tal modo que
tu espíritu, en inspiración, pueda experimentar los movimientos espontáneos de
la intuición.
"Aquellos que no son peces pronto se
cansan en el agua"
Rûmi
Este estado privilegiado sólo logra ser abarcado por el
instante poético, intuición del instante, momento que se hace físico a través
de la danza en la Orden de los Derviches Giróvagos.
Dejar el corazón vacío, cortar los vínculos con el mundo, es
el método de ascesis de los sufíes y está resumido en la palabra árabe fanâ,
que traduce "aniquilamiento".
"Si
quieres ser sincero, muere", dice Ibn al Farid. Aniquila el ego (el ídolo
de todo hombre es su ego). "Que tu aniquilamiento sea tal, que no tengas
ya ganas de negar ni de afirmar".
Por último, podemos decir que la vía mística es el vacío,
pero no el vacío absurdo, sino el vacío pleno.
Se vacía de sí mismo (kenosis) y se deja invadir por la
divinidad. Este ir más allá sobrepasa la razón hasta llegar a la ebriedad. Es
el vino del que hablara Omar Khayyam en sus Robaiyyat.
No hay lugar digno en el mundo para quien vive sobrio,
pues el saber se le escapa a quien ebrio no muere.
pues el saber se le escapa a quien ebrio no muere.
Ibn al Farid
Ésta inmensa cantera de la tradición poética sufí abarca
grandes nombres que van desde Rûmi (Afganistán, 1207-Turquía 1273), fundador de
la Orden de los Derviches Giróvagos, hasta Ibn Arabi (Murcia, 1165-Damasco,
1240), Doctor Máximus del sufismo español, bereber del Al-Andalus.
De un texto de Jorge Cadavid
con adaptación de Lucas M. Alonso A.