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Lucas Alonso Escritor

lunes, 30 de noviembre de 2020

El Metro de Terciopelo 89 - Diego Arbit


 Diego, primero es un amigo y segundo un referente cultural de la argentina, un activista por los derechos de las personas, un artista performatico y sobre todo, un gran escritor. Con ustedes: Diego Arbit.



 

martes, 24 de noviembre de 2020

El Metro de Terciopelo 88 - Claudia Mariel Farías


Que lindo cuando se concreta un pequeño sueño como ser invitar a alguien que uno valora mucho a un proyecto de entrevistas como es, El Metro de Terciopelo. Este es el caso de esta entrevista. Pues, Claudia, aparte de ser una persona maravillosa, es una artista de la ostia. Con ustedes, una entrevista genial:




martes, 17 de noviembre de 2020

El Metro de Terciopelo 87 - Marina Retamar

 

Que más lindo que te venga a visitar una amiga a la radio y que como si eso fuera poco se trato de una gran artista como Marina Retamar. Solo diré que podría hacer cien programas junto a ella porque tenemos mil temas para hablar, sin más, les dejo la entrevista en YouTube. 



 

El Metro de Terciopelo 86 - especial Ray Bradbury

 

En esta ocasión le dedicamos el programa a uno de mis escritores preferidos el genial Ray Bradbury. 




miércoles, 11 de noviembre de 2020

El Metro de Terciopelo 85 Loreana Vargas o Lali.breria

 

En esta oportunidad nos visita una amiga que tiene una hermosa librería virtual. Mientras escuchamos un poco de Trap con Saenz Trap, hablamos de varios tópicos y las novedades literarias del momento. 





domingo, 1 de noviembre de 2020

El Metro de Terciopelo 54 - Gonzalo Verde - MixCloud

 




martes, 27 de octubre de 2020

El Metro de Terciopelo 84 Néstor Mago Motta


 Un tipo maravilloso, un amigo y como si eso fuera poco, un mago de los de verdad. Con ustedes, una maravillosa charla con el gran Néstor Mago Motta. 





martes, 20 de octubre de 2020

El Metro de Terciopelo 83 Jorge Sebastian Comadina

 En esta oportunidad en el hermoso estudio de FM Unydos, tuvimos el honor de entrevistar a un amigo multifacético como Seba Comadina. Periodista que trabaja en canales de televisión de Argentina como el CANAL 26. Músico, poeta, escritor y mil cosas más.  

      Abajo el video de YouTube. 





martes, 13 de octubre de 2020

El Metro de Terciopelo 82 - Lucio Griffoi

 A veces suceden cosas maravillosas como ser la visita de Lucio Griffui, un artista genial y un activista que ya por tercera vez nos visita. 

    Con ustedes una entrevista maravillosa: 




miércoles, 7 de octubre de 2020

El Metro de Terciopelo 81 - Dedicado a Franz Kafka


Este programa está dedicado al gran escritor Franz Kafka. Por FM UnyDos, les dejo esta bella transmisión:







miércoles, 30 de septiembre de 2020

El Metro de Terciopelo 79 - Alejo Stark

 

Que mejor manera de conocer a nuestra sociedad que entrevistando a sus distintas partes. Por ejemplo: Qué piensa un chico de 11 años? Este es el caso de esta divertida entrevista que le hicimos a Alejo Stark.  






El Metro de Terciopelo 80 - Pablo Funes

Cuando uno empieza un proyecto grande o pequeño, nunca sabe a donde puede llegar. Así fue con El Metro de Terciopelo y al fin, desde el mismo lugar donde empezamos FM UNYDOS, llegamos a la emisión  número 80 y en esta ocasión especial, invitamos a un gran poeta Pablo Funes. 




jueves, 17 de septiembre de 2020

Fui invitado a participar del proyecto Saturno 5 y este fue el resultado:

 

Cada tanto uno recibe una alegría por su trabajo, en este caso, la gente de Saturno 5, un genial canal de YouTube, me invitó, al igual que otros muchos artistas, a participar de su maravilloso proyecto. Y este fue el resultado: 



   

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Studio Nuna ''Una genial página amiga con mucho contenido''

 

Qué bueno cuando un proyecto nuevo está hecho por do amigos y funciona. Este es el caso de Studio Nuna, una genial página con mucho contenido y de la cual, estoy orgulloso de formar parte como colaborador. Abajo, dejo una entrada a una sección de Pocket Editorial que tiene libros míos. 

La Vida con un Duende en Studios Nuna



martes, 1 de septiembre de 2020

Diez años de slam en Argentina

 

Ya es un honor ser parte de este movimiento llamado Slam en su versión Argentina y más grande aún, ser nombrado junto a mi compañera Mariana Méndez, en la nota de EL FARO.


  

ANÁLISIS

Diez años de slam en Argentina


Por Diego Arbit (@diegoarbit)
Colaboró Mariano Arbit
Fotos de Arián Valiente (@arianvaliente)


Este año el Slam de Poesía Oral en Argentina cumple diez años.


Este año también sirvió para consolidar a todo el movimiento y todos los Slam en funcionamiento del país se alinearon: Slam Posadas, Slam Chaco, Slam Santa Fe, Slam Rosario, Slam Zona Norte, Justa Poética slam, Slam Capital, Slam Zona Oeste, Slam Zona Sur, Slam Quilmes, Slam Fernando, Slam Digital, Vibra Slam, Slam Pergamino y Slam Bariloche.

El viernes 4 de septiembre a las 21hs se hace un Slam Nacional en forma virtual con un representante de cada slam. Quien gane irá el año que viene a participar en Brasil al primer Slam de las Américas, en busca de un puesto para participar del Slam Poetry Mundial que se realizará en Bélgica.


Todxs son Slam Argentina.


Todavía hoy en centros culturales, universidades, teatros , plazas, casas de distintos rincones del país, luego de que un, una o une poeta interprete su texto, en vez de aplausos, se escuchan chasquidos, recordando al Centro Cultural Pachamama, espacio donde se realizaron los primeros Slam en el país, donde no se podía aplaudir para que no se enojasen los vecinos.


Cuántos nombres, cuántas voces poéticas dejaron todo en el escenario y van a ser recordadas para siempre: Sol Fantín, Nanu Nanu, Maia Duek, Marcos Krivocapich, Carmen Conde Gaute, Cielo Nuar, Fabio Quinteros, So Sonia, Jako Markos, Oie Iama, Javier Martínez Conde, Zaira Nofal, Pau Impala, Gregorio Daura, Maru Betania, Kode, Malena Celeste, Micaela Szyniak, Santiago Ficción, Facundo Kishimoto, Moro Váez, Checha Kadener, Juan Sklar, Romys Taccone, Mora Arenillas, Sebastián López Márquez, Tomás Rosner, Vero Stewart, Paz del Percio, Poroto Riera, Jenny Capurso, Javier Dubra, Carlos Fabián Salto, Geraldine E. Ruíz, Lucas Alonso, Mariana Méndez, Ezequiel Ábalos, Brian Dinamo, Camila Peiteado.

Un slam de poesía es un torneo de poesía escénica. Un duelo donde lo que importa es la palabra, el cuerpo y la voz. La mayoría de las fechas son de convocatoria abierta, puede participar quien quiera con uno o más textos, según cada Slam.


Participan poetas de todas las edades. Las noches son intensas y llenas de poesía y pasión.

Nacido en Estados Unidos en la década del 80. A diferencia de la Batalla de Gallos propia del rap, los poetas no se enfrentan directamente ni se responden el uno al otro, y como norma general, no improvisan sus textos.

Las reglas básicas: El texto tiene que ser de tu autoría, tenés que interpretarlo de pie (a menos que tengas una imposibilidad física para hacerlo) y no podés usar objetos o vestuario para tu performance. Tu poema tiene que durar un máximo de alrededor de tres minutos.

Sebastián López Márquez y Maxo Garrone



Hace diez años que existe en Argentina y no para de crecer. Cada vez que nace un Slam, nace una camada de poetas. Porque es un fenómeno muy inclusivo. Poetas, performers, actores y actrices, cuenta cuentos, payadores, raperas y raperos, comediantes,
monologuistas, estudiantes, personas que quieren recitar sus palabras en vivo por primera vez, e incluso por única vez se acercan a este movimiento que les da la bienvenida. El Slam invita a jugar, a crear, da el mismo espacio de tiempo a quien estudió en la facultad de letras y a quien no sabe leer ni escribir. En el Slam se invita a decir en vivo lo que quieras creativamente y esa apertura total de voces, donde todas y todos tienen el mismo protagonismo durante tres minutos de escenario hace que el espacio perdure, sea dinámico y democrático. Cada poeta encuentra su propia voz y esa multiplicidad de voces que se da en cada fecha hace que cada espectáculo poético sea irrepetible.

Así como se replicaron Slams en Corrientes, Salta, Santa Fe, Mendoza, Chaco, Córdoba o Neuquén, también se empezaron a formar ciclos poéticos de micrófono abierto al que van poetas orales a entrenarse en escena, así como talleres de performance y poesía escénica. Jóvenes escritores y escritoras que ven un Slam quieren aprender a proyectar su voz, aprender a leer frente a un público, pero también actores y actrices quieren aprender a componer e interpretar poemas slam, porque el nivel de síntesis y ritmo que se encuentra en esta poesía ayuda muchísimo a desarrollar la conciencia escénica.

En Slam Bariloche se pueden escuchar textos que reflexionan sobre las convenciones sociales del amor. En este cuadrilátero se definirá, finalmente y para siempre el destino de la humanidad. En esta esquina defendiendo su título invicto El amor románticooooo. En esta otra esquina la promesa de mundo próspero pacífico y unido, el amor libreeee, grita Fran de Médicis entre decenas de descripciones y definiciones geniales generando ovaciones del público. Se puede escuchar también en ese Slam reivindicaciones por quienes luchan y lucharon por los derechos de los pueblos originarios. Clamando respeto por nuestros muertos, y por quienes seguimos en este mundo, caminando tras las huellas y la memoria de un Pibe Tigre que ya nadie podrá callar, porque no hay balas que silencien su grito, porque ahí anda, con Lautaro, con Arbolito, con Santiago y Calfucurá, dice Laura con una calma conmovedora y sabia.

Hay tantos posibles Slams como Slamers. Cualquiera puede hacer su Slam. El slam fomenta nuevas voces y nuevas formas de encarar la poesía escénica.


Pero en los Slam de Argentina siempre aparecen y se destacan las voces que denuncian y promueven un cambio social necesario y urgente.


Así como Lucas Fauno, gran activista y defensor de los derechos de quienes son afectados por el virus del HIV y de los derechos de las disidencias sexuales, salió campeón en los dos primeros Slam de Argentina. Hoy es imposible no destacar a Martina Cruz. Poeta, escritora brillante, con unos textos que resumen la lucha feminista con una contundencia y síntesis capaz de callar cualquier argumento viejo que quiera detener el cambio imparable que traen las nuevas generaciones. Tanto Lucas, como Martina, cuando se paran en el escenario saben por qué lo hacen, cada palabra de elles deja la piel de gallina de quienes escuchan y una ovación cuando terminan.

Ayer un pibe me dijo que se sentía incómodo por las cosas que gritamos las feministas en la calle.
Yo me siento incómoda por otras cosas.
Me sentiría incómoda
si le tuviera que explicar a una recién nacida
cómo va a ser su vida de acá en adelante
¿Cómo le explico lo que le pasó a Lucía Pérez?
¿Cómo le explico que la empalaron?
¿Cómo le explico que la torturaron?
¿Cómo le explico que la mayoría de la sociedad
justificó?
¿Cómo le explico que las denuncias en la policía
no llegan a ningún lado
que quedan en un cajón
y son polvo
que se vuela cuando pasa el tren?
Fragmento del poema “Sobre la incomodidad”, de Martina Cruz.


En los slam se ovaciona, se aplaude hasta que las palmas quedan coloradas, en los Slam hay pasión por la palabra, y quienes aman este espectáculo y aman dejar todo en el escenario, lo saben bien.

Pero también saben que hay gente que se sube por primera vez a un escenario, y es importante que esas personas suban felices y quieran volver. El Slam, además de un torneo, es una escuela.

Es imposible, después de haber visto a veinte poetas en una noche, no llevarte algo, como público y como estudiante. Cada voz tiene algo para enseñarnos y quienes quieren aprender variantes de interpretación, encuentran en el Slam a un gran maestro.

Los poetas se copian, se imitan, aprenden de memoria textos de Mariana Bugallo, Ale Berón, Mhoris Emma, So Sonia, Juan Xiet, Maxo Garrone o Nacho Estepario. Estudian sus pausas y sus acentuaciones.

Creemos Slams en todos lados
En el bondi, en el aula, en el bar, en tu casa, en tu ducha.
Hagamos de la vida un Slam.
Dejemos de hacer poesía.
Seamos
poesía.
Que tu beso sea un acto poético.
Te voy a comer la boca
hasta que te duela la mediocridad.
Porque roto como estoy
aprendí a enamorarme
de lo que no se ve”.
Fragmento de un poema de Lucas Fauno, apertura de la Copa Gnoqui, Slam Zona Sur.

Maru Betania y Juan Xiet


En los Slam pasan cosas inolvidables, tan intensas, tan inmensas, tan sublimes, como efímeras.

Diez años de un espectáculo oral por el que pasaron y se formaron tantos poetas.

¿Cuántas voces no estoy nombrando?

Cecilia Ulla, Oliver Kozlov, Lola Halfon, Pablo Schteingart Néctar, Pedro Echegoyen, Dana Elcarajo, Vid Urbana, Andrea Marone, Dogo Nauta, Nicolás Montemurro, Fer Durden, Daniela Regert, Anabel Fasanelli, Francisco Identiflash, Mich, Hela, Nana Aguilera, Juani de Colores, Mercedes Santander, Ernesto Montenegro, Tomás Pancetti, Candela Fernández, Nayat Atencio, Carla Esquivel, María Chávez, Victoria Sáez, Bianca Ceverino Rusticcini, Ricardo Ache Bozzini, Carla Fabiana López, Adrián Garavano, Daniel Galdona, Brenda Caruso, Clelia Volonteri, Bianca Zunino, Guido Garófalo, Mai Slipczuk, Fucsia Barros, Laura Limón, Mabel Slepowrom, Germán Amato, Natalia Tamara Rosa, Hilda Silva, Sebastián Báez, Belleza Groncha, Don David de la Obviedad, Lean Bukka White, Nacho Goldsmit, Érido Cruz, Gabriel Alí León, Jorgelina Mandarina.


Felipe Ojalvo, en 2015, poeta santafesino, organizó con un grupo de grandes performers un Slam en la Feria del Libro de su provincia que dejó huella en todo el país. A partir de ahí, hubo Slams en muchas provincias. Algunas organizaciones perduraron, otras no.

En ese primer Slam es imposible no recordar al poema ganador de Chapa Perrone, reflexionando sobre cómo se desgasta una pareja con los años, “Estaba en una relación larga, bien larga, larga como fragmento de Rayuela que se lee en público, así de larga mi relación” o el de Tam Naymark, reflexionando también sobre las relaciones amorosas desde la perspectiva femenina, “porque amor, mi Romeito, mi galancito de novelas siesteras mejicanas, mi gran peor es nada, mi perfecto eyaculador de palabras, mi paquetito de yerba escondido cuando parece haberse acabado, mi babosita en celo, mi birome que anda, mi lápiz siempre con punta, mi papelito borrador, ¡no! ¡No quiero que me preguntes si podés acabarme adentro!”.


Hace casi un año, en el salón de los Pasos Perdidos de la Legislatura Provincial, la Cámara de Senadores distinguió con una declaración de interés al Slam Poético Mendoza.

Este Slam venía realizando fechas con una convocatoria que alternaba entre las doscientas y trescientas personas, contaba Leonardo Federici, y agregaba Vera Jereb Coria, “no venimos de un ámbito muy institucional, de hecho no nos unió lo institucional ni un poco, quizás por eso tiene éxito la idea que trajimos. Porque no hay juicios academicistas. No nos estamos señalando a ver quién tiene la prosa con palabras más complicadas. También pienso que son momentos súper duros en la Cultura mendocina y argentina, es súper difícil llevar adelante los proyectos, es súper difícil ponerle el cuerpo, es súper difícil ponerle la voz a un montonazo de cosas que tenemos adentro. Entonces creo que llevar adelante proyectos que salen del corazón, salen del laburo colectivo, autogestivo… ni siquiera tenemos un espacio donde podamos entrar todes les que queremos entrar. Frente a toda la crisis que estamos viviendo y la crisis cultural, creo que somos una fuente y somos un bastión de resistencia que se levanta todos los meses, pese a que las cosas no son como nos gustaría que sean”. Y agregó. “Me parece zarpado que tengamos un piecito en lo institucional pero también nuestra base y nuestro crecimiento está por fuera de eso”.


Diez años de Slam en Argentina.
Diez años de Slam.
Hagamos Slam
en todos lados.
Seamos
poesía.


sábado, 29 de agosto de 2020

Entrevista a un artista extraterrestre

 

En estos tiempos de cuarentena planetaria, uno tiene mas tiempo para algunas tareas. Bajo estás circunstancias que todos vivimos, me inspiré y me puse a hacer un video con el texto que titulé: ''Entrevista a un artista extraterrestre'' y este fue el resultado:




lunes, 17 de agosto de 2020

Entrevista a Orge Asprea de 2017


 Recordando entrevistas a grandes artistas amigos. En esta ocasión Orge Asprea.  


El Metro de Terciopelo vol. 50

sábado, 1 de agosto de 2020

Cuento: ''Jack'' del libro ''Una Construcción Simétrica'' 2012

Jack

 

I

 

En una mañana de primavera, el sol jugaba con las hojas de los árboles cercanos y, en los pastos del bosque, crecían algunas violetas silvestres.

    El día estaba muy luminoso y, mientras contemplaba de pie la naturaleza que lo rodeaba, Jack descansaba a gusto.

    Vivía en paz consigo mismo y un sentimiento de unión con el Universo lo embargaba.

    Era parte del bosque. Su nombre, que aceptó sin condiciones, lo sentía muy parte suya. Estaba orgulloso de él. Orgulloso de tener el mismo nombre que su amigo.

    Dos gorriones se acercaron a sus pies. La primera visita de la mañana. Aceptó la compañía de los gorriones, mientras estos daban pequeños brincos a su alrededor.

    La tarde pasó y siguió en el bosque pues no tenía a dónde ir. Las estrellas aparecieron y unos visitantes surgieron caminando en dirección a Jack.

    Eran dos hombres que, lentamente, y a un paso que se podría llamar esquivo, caminaban hacía donde él se encontraba. Se detuvieron a sólo diez metros. No parecían haberlo visto.

    En el silencio del anochecer, Jack podía escucharlos y, con un poco de perspicacia, cosa propia entre los suyos, notó que el más alto era el mayor. Tenía barba negra y acariciaba su barba como si con eso lo hiciera parecer más inteligente. Luego, guardó su mano izquierda en el bolsillo del enterizo de jean. El otro tenía pelo corto y lacio, llevaba un traje de vestir azul oscuro, camisa blanca a medio desabrochar. No llevaba corbata puesta.

    Por lo que pudo escuchar, el de traje se llamaba Paul y trabajaba en la financiera del pueblo, a unos cinco kilómetros del lugar.

    El hombre con camisa y pelo corto trataba de hacerle entender algo a su compañero:

    —Te digo que ya no tiene familia. Nadie más que un tío millonario que vive en Europa, y no lo ve desde hace años.

    —Pero si… —el otro lo interrumpió haciendo un ademán—. Pero si…

    —Nada. Hace dos años, cuando fue el funeral de su abuelo, aparte de él, todos los que estábamos éramos gente del pueblo.

    Con toda la pinta de montañés, entero de vaquero, barba larga y no muy seguro de la idea de su compadre igual dijo:

    — ¿Cuál es el plan?

    El hombre de traje, a sabiendas de que ya tenía al otro convencido, guardó silencio ante la pregunta. Se acomodó las solapas del traje azul y, como si fuera a dar un discurso de fin de año, se paró bien derecho —Como sabes, lo conozco desde chico, es más, fui a la escuela con él. Nunca soporté su estúpida bondad. Pero… bueno, eso es otra cuestión. Siempre se manejó mal en los negocios —ahora le sonreía a su compañero—. Hasta podríamos estafarlo todo el resto de su vida sin que el chorlito sé diera cuenta.

    —Entonces, ¿no sería mejor que?… —el otro no lo dejó terminar.      Lo miró con cara de lobo que encuentra su Caperucita perdida y, cuando vio que su compadre no hacía intento alguno de continuar, se dispuso a seguir. Estaba claro que, si había un jefe, ése era el de traje.           

    —Lo haremos a mi modo, será muy simple. En la oficina tengo los papeles con la herencia, que le hice firmar la semana pasada. Como lo preveía, el muy tonto firmó sin leer. Le dije que eran los últimos documentos de la herencia de su abuelo.

    —¿Está tu nombre en ellos, Paul?

    —Por supuesto, la herencia de todo el campo, con el ganado, la casona… hasta los perros —el otro rió festejando a su compañero.                 

    —Bueno, Henry no te preocupes por tu parte, luego que…

    Un ruido de pasos se escuchó no muy lejos, y el otro se detuvo.

    —¿Escuchaste eso Paul?

   —Sí… será mejor que sigamos mañana a la misma hora. Tú ve por allá y yo volveré por donde vinimos. Hasta mañana, Henry.

    —Hasta mañana, Paul. 

II

Despertó con el alba. La mañana se fue despejando con el correr de las horas y Jack siguió en el bosque dándole vueltas a sus pensamientos. Veía la brisa ir y venir, contemplaba a las aves en sus recorridos de árbol en árbol. Se quedó toda la tarde esperando a que volvieran los dos hombres del anterior.

    El primero en llegar fue el hombre de barba, Henry. Salieron las primeras estrellas, los últimos colores solferinos del atardecer desaparecieron y el montañés se puso a dar vueltas por las inmediaciones.

    Por lo visto, no llevaba reloj, y estaba impaciente. Se tocaba la barba, daba grandes pasos por los pastizales.

    Esperó casi media hora, y el otro no aparecía. Cuando llegó, vio que llevaba un traje celeste con la misma camisa del día anterior. Traía un pequeño maletín color café.

     —¡Viniste!

     —No te iba a fallar.

    Luego de hablar algunas banalidades sobre las tareas de aquel día, el hombre de traje se dispuso a seguir con el plan.

    —Los papeles están listos; sólo hubo una pequeña variante                 —interpuso una mano para que no lo interrumpiera—. Ahora somos tres.

    — ¿Cómo que tres? Pero… ¡En qué va a acabar esto, Paul!

    —Déjame explicarte —el otro hizo un gesto apesadumbrado y afirmativo con su cabeza—. Nunca se me ocurrió que podría suceder esto.

    — ¿Qué?

    —Ayer a la tarde, estaba por traer el original, y una copia de la herencia firmada. Pero, a último momento, la duda me atrapó… y ya sabes cómo es eso…

    —No es buena consejera.

    —Exactamente. Dejé los papeles en el escritorio. Hoy a la mañana llegué a la oficina, y alguien ya había abierto la puerta. La primera persona que se me cruzó por la cabeza fue Carol que podría haber leído los papeles. Cuando entré, estaba haciendo lo que tanto temía,  y me miraba con los papeles en la mano. En ese momento, se me cruzaron mil ideas, pero solo dos soluciones posibles. Una era matarla a ella también. Ya sabes cómo es Carol.

    —Sí, está bien buena.

    —No, tonto, lo que quiero decir es que no es una mujer de muchas vueltas. Enseguida le expliqué todo lo que habíamos planeado. Accedió, si recibía el treinta y tres por ciento de las ganancias del campo.

    —Bueno, como dice el dicho, lo hecho, hecho está. Entonces, ¿cuál es el plan?

    —Ya ideé los últimos detalles con el agregado de Carol. No le va a salir tan barato —dijo, enfatizando las dos últimas palabras, y el otro hizo un gesto como si fuera lo más obvio—. Tendrá que ganarse su parte haciendo de campana en la puerta de la estancia. Llegaremos a las seis de la mañana en tu camioneta. Mientras nosotros recorremos a pie los últimos trescientos metros hasta la casona, ella se quedará en la entrada, con la camioneta en marcha por cualquier imprevisto. Tocaremos la puerta y, cuando nos abra… pasamos como si estuviéramos de visita con la excusa de algún negocio. A la primera oportunidad, a una señal mía, tú le inyectas el veneno. Llevaré una segunda jeringa, por si se complica.

    El montañés, no muy convencido de lo último, igual dijo:

    —Y Jack será historia.

    Los dos rieron, mientras a Jack, le recorría un escalofrío por todo el cuerpo. La víctima era su amigo, el que le había dado un nombre a él, que no tenía ninguno. Debía avisarle. Pero, ¿cómo?

    Mientras los dos hombres se alejaban, arreglando los últimos detalles de su malévolo plan, sintió toda la impotencia que nunca antes habría sentido.   

    Aquella noche, Jack durmió intranquilo y despertó al amanecer con toda la congoja que se puede sentir, cuando se tiene la certeza del peligro que corre un ser querido y nada se puede hacer.

    A media mañana, volvieron los dos hombres trayendo, con mucho esfuerzo, un gran costal. Lo arrastraban por el bosque, y llevaban cada uno unas palas al hombro.

    —¿Dónde? —preguntó el montañés.

    El otro sé acercó a Jack y una sonrisa malévola se le dibujó en el rostro. 

    —Acá.

    —Pero, ¿si lo descubren?

    —No te preocupes por eso. No perdamos más tiempo.

    Durante un buen rato cavaron en el lugar y, poco después, tiraron el pesado costal al pozo.

    Después pusieron una capa de pasto y la única diferencia que se veía era una nueva y pequeña elevación en el terreno. Fuera de eso estaba como antes.   

    Sabía quién estaba en el costal y lloró en silencio…

    A los cinco minutos, el ruido de una camioneta a toda marcha se oyó a lo lejos.  Momentos después, a unos veinte metros de Jack, la camioneta coleaba en la tierra, y frenaba.

    —¡Vamos! ¡Rápido! Todo ha salido mal —gritó una muchacha desde la camioneta.

    Los dos hombres se miraron por un momento y, sin dudar, corrieron rumbo al vehículo, mientras éste salía como había llegado.

    Jack no pudo terminar de entender todo lo que sucedía cuando llegó más gente. Esta vez, un gran auto azul del que bajaron cuatro hombres. Tres de ellos eran oficiales, mientras que el último, llevaba puesto un traje negro y un impermeable encima.

    —La señora Blanck dijo que iban en ésta dirección.

    —Pero yo no creo…

    —Piense una cosa, Fernández, llevaban un costal. ¿Qué cree que llevaban en el costal? —dijo el hombre de impermeable a uno de los oficiales.

    —. Sí ya sé, ya sé—respondió el otro.

    El de impermeable caminó como dudando hacia Jack y su rostro, al ver el nombre, quedó paralizado.

    —¡Vengan, miren esto! —los otros se acercaron y, como fotocopias, quedaron con la misma expresión atónita.

    —¡Busquen por alrededor!

    Con la orden del hombre de impermeable, los tres oficiales, se pusieron a trabajar al momento mientras una traía una pala. Luego de mover un poco la tierra, volvieron todo a su lugar.              

    Como si la obra de los malhechores hubiera tenido cierto sentido y planificación, los cuatro hombres quedaron pensativos.

    Como si hubiera estado preparado por años, el nombre permanecía tallado en el tronco.

    Era su árbol preferido, el lugar del bosque de su niñez. Ahí se sentaba a leer o, simplemente, a escuchar a la naturaleza, y comentaba con su amigo de largas ramas, jugando, tal vez, a que él lo escuchaba.

 

III

 

Por muchos años no hubo días como aquellos, en ese bosque del Estado de Colorado.

    Los árboles nunca olvidaron al muchacho que contaba cuentos en voz alta y, cada tanto, le pedían a Jack el único árbol con nombre. Que contara otras cosas de aquel muchacho.

    Cómo, a los seis años, con el cuchillo que su abuelo le había regalado para su cumpleaños, talló en grandes letras su nombre en el frondoso tronco.