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Lucas Alonso Escritor

lunes, 8 de junio de 2015

Un ermitaño ingles

Un ermitaño inglés






El ermitaño vivía con un grupo de leones. Se había perdido en una expedición, de eso hacía dos años. Nunca lo encontraron. Ahora sólo tenía sus dos valijas: una era la de su chelo y otra, la de la ropa, que iba alternando.
    Gracias a las notas de su violonchelo seguía vivo. Lo visitaban cuando amanecía. Él empezaba a tocar hasta la puesta del sol y los leones le llevaban carne cruda que cocinaba a la noche, bien tarde.
     Un día, mientras tocaba su música, un león macho trató de atacarlo y dos hembras se lo impidieron.
    En su nueva y extraña existencia, el ermitaño tenía una posesión especial. Se trataba de una cortina de grandes y bellas lentejuelas de colores, que había sacado de su casa y que había llevado, para colgar en la cabaña donde iba a hospedarse, si su destino no hubiera cambiado. Ahora, la cortina colgaba de tres maderas que simulaban una puerta, única obra que había llevado a cabo. Los leones, miraban esas grandes lentejuelas que, en sus reflejos, jugaban con el sol mientras él, hacía su música.

     
Lucas Alonso Escritor