Carta
a Ioshua
¿Qué es un poeta?... Tal vez, alguien que
le muestra a sus semejantes, que hay lentes diferentes, con realidades que casi
nadie ve. Un revolucionario que utiliza la no violencia… Y que nos muestra
nuevas puertas a mundos que hasta ahora, no teníamos acceso.
Recuerdo cuando hacíamos la contratapa para “Historias de la Máquina de
la Vida” con Ioshua y Juan, de Milena Caserola en la casa de Villa Luro y, que
a pesar de que nuestro amigo Ioshua, que fue el que más desarrolló el texto y quería que su nombre
estuviera ahí abajo, con Juan, en nuestra ignorancia, decidimos no poner nombre
en la contratapa…
Cosa del destino que, el miércoles pasado, a media noche y al entrar al Rockellin,
con el primero que me crucé en la puerta fue con Juan.
Nos miramos con tristeza y el me dijo:
-¡Adentro están todos! Están reunidos arriba.
-Te acordás del prólogo… -le dije.
-Si… -me respondió con tristeza.
–¡Vamos a poner a Ioshua en la contratapa! –le dije.
-¡Sí, por supuesto! -me respondió Juan.
Esa noche arreglé con Mati Reck y Javito para ir al otro día a Merlo.
El jueves salimos de la casa de Mati Reckcon Mariana Méndez y Juaquito,
luego se sumarian Ludmila, Juan Segura y javito.
Apenas salimos lo llamaron a Mati de un programa de Radio y de una
revista para que hablara de Ioshua. A Ludmila, que era la que había guardado la
plata que se juntó. ¡Casi nos olvidamos de pasar a buscarla! pero Mati, por una
pregunta que le hicieron por el celu, se acordó cuando estábamos a la altura de
su casa.
Ya con Ludmila, siguieron las preguntas por celular y Mati le preguntó a
ella si quería contestar y Ludmila, que aparte de ser amiga de Ioshua, estaba
preparando cosas con él, siguió respondiendo por el celular de Mati.
Javito nos esperaba en Haedo junto con Juan Segura. Pasamos a buscarlos
y todos seguimos rumbo a Merlo.
Sin decirlo, sabíamos que Ioshua nos acompañaba. Hablábamos de él, reíamos
y por momentos, íbamos cayados.
Nos cubría un silencio muy largo e incomodo… Javito con Ludmila, eran los
más dolidos y se notaba en sus lágrimas.
Decidimos que alguien tenía que ver el cuerpo de Ioshua, para quedarnos
tranquilos…
Javito y Ludmila se ofrecieron a verlo.
A javito no paraban de mandarle mensajes para saber como íbamos, hasta
que se quedó sin batería y alguien averiguó quienes eran los que íbamos y cuando
el atardecer pasó y con la noche llegamos a la comisaria, empezaron a llegar
mensajes con preguntas a mi celular.
Con la guía de Javito, que en la semana ya había ido un par de veces,
fuimos a la casa de sepelios donde teníamos que dejar la plata.
Nos atendió el “Carancho” como lo definió Juaquito y, después de hacer
los tramites, aunque las reglas parecían ser que para ver el cuerpo, teníamos
que volver al otro día, se arregló que lo traerían para verlo… solo por “dos
minutos”.
El momento de la llegada de Ioshua fue de mucho llanto…
¿Qué cosas hubieras escrito y que música creado?… ¿Cuántos proyectos sin
terminar?... Nos dejaste un legado Ioshua, ser maravilloso, ¡Que honor haberte
conocido! Haber intercambiado ideas originales y sin hipocresías de la realidad
y haber compartido momentos juntos…
Voy a poner tu nombre al pie del prólogo:
Ioshua “Poeta Argentino”.
¡Salud hermano!... Y buen viaje.
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