I
Ese día, como siempre, regresaba de mi trabajo
nocturno. Hubiera sido un retorno igual que los demás días: Manejar la moto unas
setenta cuadras hasta mi casa. Pero no fue así, esa noche sucedió la
comprobación de mis conocimientos sobre física cuántica y metafísica que comprobaban lo que
desde hacia tiempo suponía: ¡vivimos en un multiuniverso!
Vayamos por partes. En este trabajo, el
camino de regreso lo había cambiado varias veces a lo largo de los años. Hacia
unos seis meses que había encontrado el que creí mejor.
La noche era de invierno y se presentaba
fría y con un cielo estrellado. En ese escenario sucedió el extraño suceso que
ahora les voy a contar: Estaba a mitad de camino y en una esquina de
la calle Martínez Castro escuché que venia otra motocicleta. Bajé la marcha
para darle paso por mi izquierda. Todo hubiera sido muy normal, a no ser, que al
verlo pasar, vi algo demasiado extraño en este motociclista. El hecho provocó que la adrenalina se
apoderara de mí, me dejo casi estático y tarde medio minuto en arrancar.
Ustedes se preguntaran que me sucedió y se
los diré con una pregunta: ¿Alguna vez les sucedió sentir un fuerte deja-vú y cruzarse con un doble suyo? ¡Eso era lo que me acababa de suceder! No solo era un
clon de mi persona, sino que: ¡La motocicleta y la vestimenta eran iguales!
Por eso, como dije, quedé paralizado sin poder continuar mí
regreso.
Si eso hubiera sido todo, habría quedado
como una anécdota más. Pero como aprendí en parapsicología, una
cosa es un suceso aislado y otra una que se hace recurrente…
Como les contaba en un principio, hacia solo
seis meses que creía haber encontrado el mejor recorrido de regreso a mi casa y
esperaba que este confuso suceso, no volviera a suceder.
Ese no fue el caso.
La semana pasó y casi había olvidado todo, cuando
para mi angustia, como una película repetida dentro de mi vida, volvió a acontecer el mismo hecho… Escuché la moto que venia por mi izquierda y la misma persona, repito,
un clon exacto de mí, con la misma vestimenta y en un vehículo exacto, pasó
raudo. Entonces me di cuenta que algo en mi inconsciente me había estado
preparando para la repetición de este suceso. ¡Lo traté de seguir! Pero para darle paso había descendido la velocidad
y no pude alcanzarlo. Solo lo vi continuar mi mismo trayecto y doblar dos cuadras delante, donde yo después doblé.
II
A veces,
cuando siento que la vida se vuelve rutinaria, le pido una sorpresa al Universo. Me sorprende con pequeños y bellos sucesos que pueden ser cruzarse con
una persona que hace mucho no vemos, que nos sonría una hermosa mujer,
etcétera. Pero lo que no hubiera imaginado, era que ¡El Universo me
sorprendiera de esta extrañísima manera!
Al otro día, mientras realizaba mis tareas
diurnas, teoricé sobre la cuestión y llegué a la siguiente conclusión: Eran dos
veces que había acontecido el hecho y como si fuera un desenlace, esperaba una
tercera. La noche siguiente llegó pero no sucedió
nada. Fue tres días después que aconteció…
Esta vez, al escuchar la moto venir,
me abrí paso listo para perseguirlo. Tenía la intención de verificar su
patente. Hay sucesos en la existencia de cada
individuo que dejan una marca para siempre y para mi desconcierto, ese
vehículo, tenia la misma patente que mi moto… Ya no cabían dudas que algo raro
sucedía. No sabía que hacer si me volvía a suceder y esa noche no pude
descansar. Solo en el amanecer, cuando el astro rey hizo su aparición, la gran
idea llegó y con la voz entrecortada del que intenta descansar en el desvelo, dije:
---Debo perseguirlo y ver a donde va…
Cuatro días pasaron hasta que el suceso se
repitió de nuevo. Esta vez estaba preparado. Con la más extraña sensación de toda
mi vida, perseguí a mi clon. Doblamos unas cinco veces, hicimos casi veinte
cuadras a la par, mientras ya con cierta angustia, me preguntaba: “¿Que hago si
el individuo llega hasta mi casa y abre la puerta como si fuera suya..?”
En la
persecución también recordé que las leyes universales tienen su lógica y una
parte profunda de mí ser, se aferró con fuerza a aquel pensamiento. “Los mundos
paralelos se pueden unir solo por momentos”, me dije cuando con la sensación de
deja-vú constante que provocaba la extraña situación, esa persona,
se esfumó como neblina. Ya no había nada que perseguir…
Mi doble
etérico se había ido, tal vez, para siempre.
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