Los seres de mentes barrocas
Con el
despuntar del alba comenzaron a caminar.
El denso bosque terminó en una suave
pradera de pasto amarillo. Ahora, por la izquierda se presentaba una desértica
pampa y por la derecha una cordillera de fuertes pendientes. Había sombras
sobre su camino. En ayunas, continuaron por la pampa cuando Romsol comenzó a
decir:
—Lo que buscamos en ustedes es un cambio de
conciencia. Por la falta de conciencia existen mundos que son esclavos de las
fuerzas de la oscuridad. Por eso, sepan que depende siempre de sus sociedades, aceptar una influencia… —Romsol les pasó dos
frutos de su bolso y siguió—. Ni tan siquiera los espíritus del mal tienen
poder si sus sociedades se cierran a ellos. Pero si no tienen discernimiento,
si no saben protegerse, si no toman precauciones. Ellos pueden arrastrarlos
hasta el infierno mismo.
—¿Quiénes son estos seres? —preguntó
Ulises.
—Son seres de cuarta dimensión. Son
parásitos muy inteligentes, de mentes barrocas. Ellos no pueden crear
realidades y por eso, se alimentan de ustedes que son creadores. Ellos saben cómo
deben tentarlos con toda clase de cebos. —y para sorpresa de los otros dos,
Romsol dijo—. Dios les ha dado ese poder.
Ulises volvió a preguntar:
—¿Pero
qué mal podemos hacer si solo creamos nuestras realidad?
—¡Mucho mal! —exclamó el argonita
cuando mordía una fruta y siguió—. Como una galaxia es un ser vivo y un sol, un
planeta, un árbol y un insecto. Cada
acción de un ser consciente, por mas pequeño que este sea; repercute de forma
inesperada a millones de años luz de distancia en otros seres conscientes.
Esto, los seres de la oscuridad lo saben bien y como un tablero de ajedrez
ellos juegan en contra de la Luz. Asimismo el equilibrio de un ser que va por
el buen camino, a millones de años luz; repercute también en ustedes.
—Esto significa que la acción
de nuestros mundos, repercute en el resto del Universo; porque como antenas que
transmitimos nuestros sentimientos, estamos conectados con el resto del
Universo —dijo Boros.
—¿Cuando soñamos, nos
transmiten desde otras dimensiones… —preguntó Ulises, Boros quedó en silencio y
el argonita comentó:
—Seguro Ulises, estas en lo
cierto, por eso en tu mundo está el dicho que dice: ¡Quien persigue a sus
sueños va por el buen camino!
Los otros dos rieron.
Ulises recordó los años de
hibernación y el sueño de los delfines en la
colina, se le hacía presente.
—¡Sí! —dijo luego.
—Los delfines son sus hermanos acuáticos.
Hay un puente entre las almas de estos gráciles seres y los humanos
terrestres —dijo Romsol adelantándose a
una posible pregunta.
—Siempre
imaginé que algo así podía ser la respuesta. —Dijo el humano solar cuando
arrojaba las semillas del fruto violeta—. Me queda una pregunta ¿Por qué los delfines no crearon una civilización como
la nuestra?
Este texto es un extracto de la novela: La Máquina de la Vida
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