Bosques extraterrestres
I
Era el tercer día de marcha, por un bosque de
árboles y plantas tan tupidas que la maleza parecía preocupada en no dejar
pasar la luz blanquecina de la atmósfera. Bajo el denso manto vegetal acababan
de almorzar y sentado en unas de las hojas oscuras recolectadas por Boros,
Ulises se limpió la boca y comentó:
—Hay
algo que todavía no entendí y creo que mi compañero de Sarco estará de acuerdo…
—Boros aunque no sabia que iba a decir el otro, afirmó y Ulises continuó—. En
este mundo encapsulado, de tierras voladoras, con todo en lo que en ellas hay.
Es más increíble de lo que podríamos haber imaginado. Pero, no sé si será que
desde que llegamos no hay llovido y en caso, de que dentro de esta nave exista
la lluvia, te tengo otra pregunta. Lo que todavía no entiendo Romsol, es como
mantienen estos bosques y praderas tan verdes…
Romsol
miró al humano y respondió:
—Los
mantenemos gracias a redes milimétricas, algunas del tamaño del grosor de un
cabello, que se extienden bajo tierra. Estos proveen de nutrientes al suelo
—tocó una hoja y siguió—. Con respecto a la humedad de las hojas, son las
neblinas producto de la misma atmósfera interna.
Este extracto pertenece a la novela: La Máquina de la Vida
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