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Lucas Alonso Escritor

martes, 1 de septiembre de 2020

Diez años de slam en Argentina

 

Ya es un honor ser parte de este movimiento llamado Slam en su versión Argentina y más grande aún, ser nombrado junto a mi compañera Mariana Méndez, en la nota de EL FARO.


  

ANÁLISIS

Diez años de slam en Argentina


Por Diego Arbit (@diegoarbit)
Colaboró Mariano Arbit
Fotos de Arián Valiente (@arianvaliente)


Este año el Slam de Poesía Oral en Argentina cumple diez años.


Este año también sirvió para consolidar a todo el movimiento y todos los Slam en funcionamiento del país se alinearon: Slam Posadas, Slam Chaco, Slam Santa Fe, Slam Rosario, Slam Zona Norte, Justa Poética slam, Slam Capital, Slam Zona Oeste, Slam Zona Sur, Slam Quilmes, Slam Fernando, Slam Digital, Vibra Slam, Slam Pergamino y Slam Bariloche.

El viernes 4 de septiembre a las 21hs se hace un Slam Nacional en forma virtual con un representante de cada slam. Quien gane irá el año que viene a participar en Brasil al primer Slam de las Américas, en busca de un puesto para participar del Slam Poetry Mundial que se realizará en Bélgica.


Todxs son Slam Argentina.


Todavía hoy en centros culturales, universidades, teatros , plazas, casas de distintos rincones del país, luego de que un, una o une poeta interprete su texto, en vez de aplausos, se escuchan chasquidos, recordando al Centro Cultural Pachamama, espacio donde se realizaron los primeros Slam en el país, donde no se podía aplaudir para que no se enojasen los vecinos.


Cuántos nombres, cuántas voces poéticas dejaron todo en el escenario y van a ser recordadas para siempre: Sol Fantín, Nanu Nanu, Maia Duek, Marcos Krivocapich, Carmen Conde Gaute, Cielo Nuar, Fabio Quinteros, So Sonia, Jako Markos, Oie Iama, Javier Martínez Conde, Zaira Nofal, Pau Impala, Gregorio Daura, Maru Betania, Kode, Malena Celeste, Micaela Szyniak, Santiago Ficción, Facundo Kishimoto, Moro Váez, Checha Kadener, Juan Sklar, Romys Taccone, Mora Arenillas, Sebastián López Márquez, Tomás Rosner, Vero Stewart, Paz del Percio, Poroto Riera, Jenny Capurso, Javier Dubra, Carlos Fabián Salto, Geraldine E. Ruíz, Lucas Alonso, Mariana Méndez, Ezequiel Ábalos, Brian Dinamo, Camila Peiteado.

Un slam de poesía es un torneo de poesía escénica. Un duelo donde lo que importa es la palabra, el cuerpo y la voz. La mayoría de las fechas son de convocatoria abierta, puede participar quien quiera con uno o más textos, según cada Slam.


Participan poetas de todas las edades. Las noches son intensas y llenas de poesía y pasión.

Nacido en Estados Unidos en la década del 80. A diferencia de la Batalla de Gallos propia del rap, los poetas no se enfrentan directamente ni se responden el uno al otro, y como norma general, no improvisan sus textos.

Las reglas básicas: El texto tiene que ser de tu autoría, tenés que interpretarlo de pie (a menos que tengas una imposibilidad física para hacerlo) y no podés usar objetos o vestuario para tu performance. Tu poema tiene que durar un máximo de alrededor de tres minutos.

Sebastián López Márquez y Maxo Garrone



Hace diez años que existe en Argentina y no para de crecer. Cada vez que nace un Slam, nace una camada de poetas. Porque es un fenómeno muy inclusivo. Poetas, performers, actores y actrices, cuenta cuentos, payadores, raperas y raperos, comediantes,
monologuistas, estudiantes, personas que quieren recitar sus palabras en vivo por primera vez, e incluso por única vez se acercan a este movimiento que les da la bienvenida. El Slam invita a jugar, a crear, da el mismo espacio de tiempo a quien estudió en la facultad de letras y a quien no sabe leer ni escribir. En el Slam se invita a decir en vivo lo que quieras creativamente y esa apertura total de voces, donde todas y todos tienen el mismo protagonismo durante tres minutos de escenario hace que el espacio perdure, sea dinámico y democrático. Cada poeta encuentra su propia voz y esa multiplicidad de voces que se da en cada fecha hace que cada espectáculo poético sea irrepetible.

Así como se replicaron Slams en Corrientes, Salta, Santa Fe, Mendoza, Chaco, Córdoba o Neuquén, también se empezaron a formar ciclos poéticos de micrófono abierto al que van poetas orales a entrenarse en escena, así como talleres de performance y poesía escénica. Jóvenes escritores y escritoras que ven un Slam quieren aprender a proyectar su voz, aprender a leer frente a un público, pero también actores y actrices quieren aprender a componer e interpretar poemas slam, porque el nivel de síntesis y ritmo que se encuentra en esta poesía ayuda muchísimo a desarrollar la conciencia escénica.

En Slam Bariloche se pueden escuchar textos que reflexionan sobre las convenciones sociales del amor. En este cuadrilátero se definirá, finalmente y para siempre el destino de la humanidad. En esta esquina defendiendo su título invicto El amor románticooooo. En esta otra esquina la promesa de mundo próspero pacífico y unido, el amor libreeee, grita Fran de Médicis entre decenas de descripciones y definiciones geniales generando ovaciones del público. Se puede escuchar también en ese Slam reivindicaciones por quienes luchan y lucharon por los derechos de los pueblos originarios. Clamando respeto por nuestros muertos, y por quienes seguimos en este mundo, caminando tras las huellas y la memoria de un Pibe Tigre que ya nadie podrá callar, porque no hay balas que silencien su grito, porque ahí anda, con Lautaro, con Arbolito, con Santiago y Calfucurá, dice Laura con una calma conmovedora y sabia.

Hay tantos posibles Slams como Slamers. Cualquiera puede hacer su Slam. El slam fomenta nuevas voces y nuevas formas de encarar la poesía escénica.


Pero en los Slam de Argentina siempre aparecen y se destacan las voces que denuncian y promueven un cambio social necesario y urgente.


Así como Lucas Fauno, gran activista y defensor de los derechos de quienes son afectados por el virus del HIV y de los derechos de las disidencias sexuales, salió campeón en los dos primeros Slam de Argentina. Hoy es imposible no destacar a Martina Cruz. Poeta, escritora brillante, con unos textos que resumen la lucha feminista con una contundencia y síntesis capaz de callar cualquier argumento viejo que quiera detener el cambio imparable que traen las nuevas generaciones. Tanto Lucas, como Martina, cuando se paran en el escenario saben por qué lo hacen, cada palabra de elles deja la piel de gallina de quienes escuchan y una ovación cuando terminan.

Ayer un pibe me dijo que se sentía incómodo por las cosas que gritamos las feministas en la calle.
Yo me siento incómoda por otras cosas.
Me sentiría incómoda
si le tuviera que explicar a una recién nacida
cómo va a ser su vida de acá en adelante
¿Cómo le explico lo que le pasó a Lucía Pérez?
¿Cómo le explico que la empalaron?
¿Cómo le explico que la torturaron?
¿Cómo le explico que la mayoría de la sociedad
justificó?
¿Cómo le explico que las denuncias en la policía
no llegan a ningún lado
que quedan en un cajón
y son polvo
que se vuela cuando pasa el tren?
Fragmento del poema “Sobre la incomodidad”, de Martina Cruz.


En los slam se ovaciona, se aplaude hasta que las palmas quedan coloradas, en los Slam hay pasión por la palabra, y quienes aman este espectáculo y aman dejar todo en el escenario, lo saben bien.

Pero también saben que hay gente que se sube por primera vez a un escenario, y es importante que esas personas suban felices y quieran volver. El Slam, además de un torneo, es una escuela.

Es imposible, después de haber visto a veinte poetas en una noche, no llevarte algo, como público y como estudiante. Cada voz tiene algo para enseñarnos y quienes quieren aprender variantes de interpretación, encuentran en el Slam a un gran maestro.

Los poetas se copian, se imitan, aprenden de memoria textos de Mariana Bugallo, Ale Berón, Mhoris Emma, So Sonia, Juan Xiet, Maxo Garrone o Nacho Estepario. Estudian sus pausas y sus acentuaciones.

Creemos Slams en todos lados
En el bondi, en el aula, en el bar, en tu casa, en tu ducha.
Hagamos de la vida un Slam.
Dejemos de hacer poesía.
Seamos
poesía.
Que tu beso sea un acto poético.
Te voy a comer la boca
hasta que te duela la mediocridad.
Porque roto como estoy
aprendí a enamorarme
de lo que no se ve”.
Fragmento de un poema de Lucas Fauno, apertura de la Copa Gnoqui, Slam Zona Sur.

Maru Betania y Juan Xiet


En los Slam pasan cosas inolvidables, tan intensas, tan inmensas, tan sublimes, como efímeras.

Diez años de un espectáculo oral por el que pasaron y se formaron tantos poetas.

¿Cuántas voces no estoy nombrando?

Cecilia Ulla, Oliver Kozlov, Lola Halfon, Pablo Schteingart Néctar, Pedro Echegoyen, Dana Elcarajo, Vid Urbana, Andrea Marone, Dogo Nauta, Nicolás Montemurro, Fer Durden, Daniela Regert, Anabel Fasanelli, Francisco Identiflash, Mich, Hela, Nana Aguilera, Juani de Colores, Mercedes Santander, Ernesto Montenegro, Tomás Pancetti, Candela Fernández, Nayat Atencio, Carla Esquivel, María Chávez, Victoria Sáez, Bianca Ceverino Rusticcini, Ricardo Ache Bozzini, Carla Fabiana López, Adrián Garavano, Daniel Galdona, Brenda Caruso, Clelia Volonteri, Bianca Zunino, Guido Garófalo, Mai Slipczuk, Fucsia Barros, Laura Limón, Mabel Slepowrom, Germán Amato, Natalia Tamara Rosa, Hilda Silva, Sebastián Báez, Belleza Groncha, Don David de la Obviedad, Lean Bukka White, Nacho Goldsmit, Érido Cruz, Gabriel Alí León, Jorgelina Mandarina.


Felipe Ojalvo, en 2015, poeta santafesino, organizó con un grupo de grandes performers un Slam en la Feria del Libro de su provincia que dejó huella en todo el país. A partir de ahí, hubo Slams en muchas provincias. Algunas organizaciones perduraron, otras no.

En ese primer Slam es imposible no recordar al poema ganador de Chapa Perrone, reflexionando sobre cómo se desgasta una pareja con los años, “Estaba en una relación larga, bien larga, larga como fragmento de Rayuela que se lee en público, así de larga mi relación” o el de Tam Naymark, reflexionando también sobre las relaciones amorosas desde la perspectiva femenina, “porque amor, mi Romeito, mi galancito de novelas siesteras mejicanas, mi gran peor es nada, mi perfecto eyaculador de palabras, mi paquetito de yerba escondido cuando parece haberse acabado, mi babosita en celo, mi birome que anda, mi lápiz siempre con punta, mi papelito borrador, ¡no! ¡No quiero que me preguntes si podés acabarme adentro!”.


Hace casi un año, en el salón de los Pasos Perdidos de la Legislatura Provincial, la Cámara de Senadores distinguió con una declaración de interés al Slam Poético Mendoza.

Este Slam venía realizando fechas con una convocatoria que alternaba entre las doscientas y trescientas personas, contaba Leonardo Federici, y agregaba Vera Jereb Coria, “no venimos de un ámbito muy institucional, de hecho no nos unió lo institucional ni un poco, quizás por eso tiene éxito la idea que trajimos. Porque no hay juicios academicistas. No nos estamos señalando a ver quién tiene la prosa con palabras más complicadas. También pienso que son momentos súper duros en la Cultura mendocina y argentina, es súper difícil llevar adelante los proyectos, es súper difícil ponerle el cuerpo, es súper difícil ponerle la voz a un montonazo de cosas que tenemos adentro. Entonces creo que llevar adelante proyectos que salen del corazón, salen del laburo colectivo, autogestivo… ni siquiera tenemos un espacio donde podamos entrar todes les que queremos entrar. Frente a toda la crisis que estamos viviendo y la crisis cultural, creo que somos una fuente y somos un bastión de resistencia que se levanta todos los meses, pese a que las cosas no son como nos gustaría que sean”. Y agregó. “Me parece zarpado que tengamos un piecito en lo institucional pero también nuestra base y nuestro crecimiento está por fuera de eso”.


Diez años de Slam en Argentina.
Diez años de Slam.
Hagamos Slam
en todos lados.
Seamos
poesía.


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